“Me cogió la mano derecha primero y luego
la izquierda.
-Sólo tienes que
lastimarlo un poco. No dará la rueda de prensa con la cara magullada o con un
brazo en cabestrillo. Serían demasiadas cosas que explicar al mismo tiempo. Incluso para Serge.
Miré a mi esposa a los ojos. Acababa de pedirme que le rompiera el brazo a mi
hermano. O que le magullara la cara. Y todo por amor, por amor a nuestro hijo.
Por Michael. Me vino el recuerdo de aquella madre en Alemania que mató al
asesino de su hijo en el tribunal. Claire era una madre de esa clase.”
La
cena es un interesante libro de Herman Koch, basado en los hechos reales de un asesinato en Barcelona en 2005.
Pero el tema principal es la educación que se les da a los hijos, cómo, cuál y por qué.
Y en la relación entre padre e hijo que tienen los protagonistas.
Está
dividido en 5 partes, pues la historia trascurre en una cena en un restaurante
moderno, estas cinco son momentos de una cena normal y corriente. Aperitivo,
Entrantes, Segundo, Postres y Digestivo, en cada una de estas partes narra
hechos que parecen coincidir con el significado de cada una de estas palabras.
La
pregunta clave de este libro, que se plantea de principio a fin de la historia
es, ¿hasta donde llegamos por justificar
a quien queremos?
La
familia de Paul pertenece a una clase social media-alta, y de cara al mundo son
el prototipo de familia contemporánea feliz y estable. De puertas hacia dentro puedes
encontrar a Claire, una madre como dice el libro de esa clase que mataría al
asesino de sus hijos, algo que a ojos del resto de la sociedad no es tan
catastrófico. Mucho menos que hacer todo lo posible para ocultar el delito de
tu hijo y convencerte a ti misma de que es inocente. A mis ojos también. No han
matado a tu hijo, esta vez, ha sido el quien ha cometido el delito.
Encuentras
también a un hijo único, Michael. Un niño que nunca demostró dificultades académicas,
ni ningún tipo de problema de integración social. Sin embargo con tan solo dieciséis
años es un asesino. Seguramente si viniese de una familia con una clase social
mucho mas baja, nos sería mucho más sencillo decir que un niño, es un asesino.
Aunque también nos sería mucho más fácil justificarle, puesto que su situación familiar
sería más “complicada”. Aún así es un niño que ha tenido que tomar decisiones
por miedo a que su padre las tomase peores, y confía más en su madre que en su
padre.
Y
como tercer integrante de la familia, y más difícil de interpretar está Paul.
Su padre. Un hombre que tiene un grave problema psicológico, es el único que no
sorprende a nadie que lea el libro, puesto que desde la primera página resalta
mucho sus pensamientos, para gran parte de la sociedad antimorales.
Lo
que el libro deja muy claro, es que la familia ha creado sus propias leyes
morales, que dejan atrás muchas de las
que para el resto del mundo lo son, y se comportan como si ellos solos formasen
una tribu.
El objetivo principal de los padres es ocultar
el delito de su hijo, convencerse de que era inocente (por muy obvia que fuese
la barbaridad que su hijo había hecho) y hacer lo que hiciese falta por salvar
la supuesta felicidad familiar. En este tipo de situaciones mantener la
objetividad es prácticamente imposible, pero todo tiene un límite. Hay una
barrera entre no querer que la vida de tu hijo acabe en ruina, haciendo lo
posible para que sufra menos, y defender por encima de todo la inocencia de tu
hijo, que aparte de serlo, también es un asesino.
En
conclusión el libro muestra el lado oscuro de una familia que aparentemente era
como la de cualquiera. No sabes como reaccionarías, o hasta donde llegarías por
justificar a quien quieres, pero si fueses fiel a unos principios morales no
harías lo que Paul y Claire hicieron. Seguramente si buscarías conservar la
felicidad de tu familia, algo que jamás llegarás a hacer del todo. Paul dice así
al comienzo del libro “Si tuviese que dar una definición de la felicidad diría
lo siguiente: la felicidad se basta a sí misma, no necesita testigos”.
Quizás
sea por esa razón, por lo que esta familia creó su pequeña tribu, e intentó de todas
las maneras posibles no perder su felicidad, o simplemente encontrarla. No
necesitaban ningún testigo, y si lo tenían mejor que desapareciese.
Isabel Fernández Pedrote 4ºC
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